El día de hoy, en la reunión de avance, llegamos a la conclusión de que es necesario recordar las obligaciones básicas que tenemos como historiadores y que entre otras son: la imparcialidad, de todo tipo, ejemplos: étnica, religiosa, política, social y el rigor con respecto a la veracidad histórica.
Respecto a lo mismo, creemos que el siguiente párrafo es una definición resumida del trabajo de un historiador:
“El paciente investigador, llámese historiador, etnógrafo o lingüista, elige, sin duda, como hombre, el campo más noble para sus estudios, que es el hombre mismo. El historiador debe presentar el hecho tal como fue, procurando escribir con imparcialidad; pero bien sé que todo esto es más fácil de pensar que de hacer. La Historia está demasiado alta para escuchar gritos de tumulto y atender declamaciones huecas. Con severa imparcialidad se traslada al lugar de la escena; instruye el proceso; llama a los testigos, cuyos antecedentes escudriña antes de recibir sus testimonios, y como recto juez pesquisidor examina las piezas, oye los descargos, distingue los tiempos y considera el espíritu de cada uno, la posición de los actores, los móviles de su conducta o las razones que pudieron obligarlos a seguirla. Nada la apasiona, nada extravía su criterio. “
Declaración de Joaquín García Icazbalceta, extraido del libro HISTORIADORES DE MEXICO en el siglo XX de Enrique Florescano 1995
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